Alrededor del 12% de los jóvenes se encuentra fuera del mercado laboral
15 de diciembre de 2025 – 01:00
A pesar de los avances macroeconómicos observados en varios países de América Latina y el Caribe (ALC), el mercado laboral juvenil continúa mostrando señales de fragilidad. El Informe Panorama Laboral 2025 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) evidencia que la desocupación entre jóvenes de 15 a 24 años sigue siendo un desafío estructural en la región, con marcadas diferencias entre países y desempeños heterogéneos incluso dentro del Mercosur.
De acuerdo con los datos de la OIT correspondiente al primer semestre de 2025, Paraguay registra una tasa de desocupación juvenil del 11,5%, ubicándose por debajo del promedio regional de 12,5%. Este posicionamiento coloca al país en un grupo intermedio-bajo dentro del conjunto analizado, superando en desempeño a economías como Brasil (14,5%), Colombia (19,2%), Argentina (19,8%), Chile (21,8%), Costa Rica (24,8%) y Uruguay (25,1%), este último con la tasa más elevada del grupo.
No obstante, el desempeño paraguayo no debe interpretarse como una señal de solidez estructural. Países como Bolivia (5,1%), México (5,5%), Ecuador (8,0%) y Trinidad y Tobago (9,4%) exhiben tasas significativamente más bajas, lo que indica que aún existe un amplio margen de mejora. En este sentido, la posición de Paraguay refleja más bien una situación de menor deterioro relativo, antes que un mercado laboral juvenil plenamente integrado y dinámico.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la población total del país al 2024 ascendía a 5.932.576 personas, de las cuales 1.504.257 correspondían al grupo etario de 15 a 29 años, un segmento clave tanto por su peso demográfico como por su potencial productivo.
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En términos económicos, este panorama tiene implicancias directas sobre la productividad, el ingreso de los hogares y la sostenibilidad del crecimiento a mediano plazo. Una juventud que accede mayoritariamente a empleos precarios o de baja carga horaria enfrenta mayores riesgos de informalidad y menores trayectorias de acumulación de capital humano.
El desafío, por tanto, no se limita a generar más empleo, sino a mejorar la calidad de la inserción laboral juvenil. Políticas orientadas a la formación técnica, la vinculación entre educación y mercado de trabajo, y el estímulo a la creación de empleo formal resultan centrales para transformar este potencial demográfico en un verdadero motor de desarrollo.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.