Conflicto diplomático entre México y España tras desaire al Rey
La toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México ha generado un nuevo conflicto diplomático entre México y España, marcado por la ausencia de representación oficial española en el evento programado para el 1 de octubre. La decisión del Gobierno español de no enviar a ningún representante ha causado repercusiones significativas en la relación bilateral, que ya ha sido tensa en los últimos años.
El desaire se produce tras la falta de invitación a Felipe VI, un hecho que ha sido calificado como “inaceptable” por las autoridades españolas. La ministra de Defensa, Margarita Robles, expresó su frustración al afirmar que dejar de invitar al monarca equivale a excluir a España de la ceremonia. “Si se le excluye, España no estará representada, lo cual lamentamos profundamente porque el pueblo mexicano es una nación hermana”, argumentó Robles en el Congreso. Esta declaración subraya la importancia que el Gobierno español otorga a su representación en eventos en el extranjero.
Sin embargo, no todos los sectores políticos en España coinciden con el Gobierno en esta cuestión. Los partidos de Sumar, socio minoritario en la coalición, han manifestado su disconformidad con la decisión de no invitar al Rey. Algunos miembros expresaron que la ausencia del monarca complica sus relaciones con otros movimientos progresistas en América Latina. Gerardo Pisarello, secretario primero de la Mesa del Congreso y miembro de Sumar, ha anunciado su presencia en la ceremonia, indicando así el deseo de mantener un vínculo constructivo con México.
La tensión entre ambos países no es un fenómeno nuevo, dado que se remonta a marzo de 2019. En esa ocasión, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, envió una carta al Rey de España pidiendo disculpas por los agravios cometidos durante la Conquista. Sin embargo, la controversia aumentó tras la falta de respuesta por parte del monarca español, lo que enfrió las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. A pesar de no haber una ruptura formal, los niveles de comunicación han disminuido considerablemente desde entonces.
El conflicto político se ha intensificado en diversas ocasiones. En febrero de 2022, López Obrador anunció una “pausa diplomática” para distanciarse de España, justificando que el país europeo debería reconocer su responsabilidad histórica por los abusos cometidos durante la conquista. Aunque el término “pausa diplomática” no tiene validación formal en el ámbito internacional, añade un elemento de complejidad a la relación, considerando que ambos países aún mantienen lazos comerciales y culturales significativos.
A medida que las tensiones aumentan, también lo hace la controversia por la falta de una respuesta digna de España. A mediados de julio, Sheinbaum, anticipando su triunfo electoral, reiteró que debía haber una disculpa por parte de España, pero mostró una postura más conciliadora al afirmar que es esencial mantener buenas relaciones con el país europeo. Esta dualidad en la comunicación revela las dificultades que enfrenta la nueva presidenta en la creación de un puente que promueva la reconciliación histórica, mientras navega por la política interna.
En medio de este contexto, la invitación que el Gobierno mexicano extendió a Vladímir Putin para la ceremonia de toma de posesión ha provocado un nuevo escándalo. Este gesto ha sido criticado en España, donde la figura del monarca tiene un papel fundamental en la representación diplomática. Aunque el presidente López Obrador ha indicado que se ha enviado una invitación a todas las naciones con las que México mantiene relaciones, la polémica en torno a la ausencia de Felipe VI resalta la falta de empatía y entendimiento mutuo que caracteriza la relación actual.
A medida que se aproxima la fecha de la toma de posesión, la atención se centra en la capacidad de ambos países para superar esta crisis diplomática. La salida de Sheinbaum representa un cambio significativo en la política mexicana, siendo la primera mujer en asumir la presidencia. A pesar de los desencuentros pasados, existe la esperanza de que su llegada al poder marque un nuevo comienzo en las relaciones entre México y España, lo que podría servir para fortalecer la colaboración en temas de interés común y la reconciliación histórica entre ambas naciones. La forma en que se desarrolle esta dinámica será crucial para el futuro de las relaciones bilaterales en un contexto global cada vez más complejo y desafiante.