Dalia de la Cerda: «Aprendí a cuidar mi reputación ante críticas»
Dalia de la Cerda: la escritora mexicana que desafía la violencia a través de la literatura
Dalia de la Cerda, una escritora mexicana de 39 años, ha capturado la atención internacional con su estilo provocador y su valiente abordaje de temas sociales. Autora del best seller "Perras de reserva", su nueva obra "Medea me cantó un corrido" marca su regreso a la narrativa tras una incursión en el ensayo. Este libro de relatos interconectados se adentra en las vidas de mujeres que luchan contra la violencia en un contexto marcado por el narcotráfico y la desigualdad.
En las últimas dos años, la vida de de la Cerda ha cambiado drásticamente. Aunque reconoce que su éxito literario le ha proporcionado nuevos espacios y reconocimiento, también expresa sentir la incomodidad que su fama ha generado en su círculo cercano. “Mis amigos ya no me invitan a sus fiestas”, reflexiona, subrayando lo complicado que ha sido adaptarse a esta nueva realidad que ha implicado "muchos duelos y mucha autocrítica". Sin embargo, la escritora busca disfrutar de su trayectoria y de su labor como voz de muchas mujeres que enfrentan las adversidades del entorno.
El enfoque principal de "Medea me cantó un corrido" es el aborto, un tema que ha sido crucial en la vida de de la Cerda, quien co-fundó el colectivo "Morras Ayuda a Morras". Esta organización ha jugado un papel vital en la ayuda a mujeres que atraviesan por la interrupción del embarazo. Sin embargo, al desarrollar su nuevo libro, se encontró interesada en las historias de jóvenes reclutados por el crimen organizado, lo que dio lugar a una narrativa que mezcla ambos frentes en una exploración de la violencia y la opresión de género.
Incorporando elementos de la mitología griega, Dalia sitúa su obra en el mítico Aztlán, aunque hace referencias a la dura realidad de México, incluida la guerra contra el narcotráfico. "Me interesaba construir un universo narrativo que no fuera específicamente México", expone la escritora, aclarando que su intención era tener la libertad de ficcionalizar sin estar sujeta a la rigurosidad de representar una realidad concreta. Este juego de referencias le permite explorar temas universales mientras se aferra a su herencia cultural.
La música, según de la Cerda, juega un papel crucial en su vida y en su escritura. Ve en ella una herramienta que ayuda a comprender la complejidad de los contextos sociales. “Busco constantemente nuevos referentes musicales”, dice, destacando que aunque sus elecciones pueden no parecer evidentemente políticas, las canciones actúan como un poderoso medio de conexión e identificación social. La escritora menciona la importancia de los narcocorridos, música típicamente asociada con el narco, que tienen la capacidad de influir en sus oyentes, motivándolos de maneras inesperadas.
Una parte llamativa de su trabajo es la representación de niños atrapados entre la violencia del narco y la represión del estado. Dalia se interesa por los perfiles de estos jóvenes, que pueden ser tanto víctimas como perpetradores. “Detrás de un niño sicario hay un ser humano al que le hemos fallado”, reflexiona. Este enfoque humanizado desdibuja la línea entre el bien y el mal, poniendo de manifiesto las fallas del estado y la sociedad para proteger a los más vulnerables, en un contexto donde el crimen organizado se convierte en la única opción viable para muchos.
A través de su obra, Dalia traza un paisaje de resistencia y desesperanza, dejando clara su falta de confianza en la justicia estatal para resolver los impactos del narcotráfico en la vida de las personas. “Es muy complicado, sobre todo en México”, afirma, sugiriendo que la política actual sobre drogas y la seguridad pública requiere una reevaluación completa. Denuncia que, a pesar de algunos esfuerzos, las instituciones no han mostrado la voluntad necesaria para establecer herramientas efectivas de pacificación.
La autora también enfrenta la dualidad de ser crítica del sistema mientras que, al mismo tiempo, gana espacios de poder a través de su literatura. Con un creciente reconocimiento y la oportunidad de enseñar en cárceles, Dalia narra un proceso de cambio en su vida donde el capital político y cultural enriquece su voz, pero también le impone una responsabilidad. “Es un constante tira y afloja”, confiesa, resaltando la dificultad de mantenerse fiel a sus convicciones en un mundo que aún la discrimina, pero que al mismo tiempo la reconoce y le brinda nuevas posibilidades.
En un contexto donde el arte tiene el poder de visibilizar realidades complejas y dolorosas, de la Cerda sigue avanzando con determinación. Su compromiso con la verdad y su valentía para abordar temas difíciles hacen de su obra una contribución significativa al panorama literario contemporáneo, resonando no solo en México, sino en el ámbito internacional. La narrativa de Dalia de la Cerda invita a los lectores a mirar más allá de la superficie y cuestionar las realidades que a menudo se dan por sentadas en sus propias sociedades.