Evo Morales intensifica su conflicto con Luis Arce en La Paz.
La marcha encabezada por Evo Morales culminó en La Paz tras recorrer 189 kilómetros, desatando aplausos en los barrios más pobres de la ciudad. La multitud manifestó su apoyo con consignas como «Evo sí, Arce no» y «Di lo que dices, haz lo que haces, Evo presidente». A pesar de las amenazas de detención y advertencias gubernamentales, la protesta se llevó a cabo, marcando un punto culminante en el descontento hacia el gobierno del actual presidente Luis Arce.
En el mitin final, los participantes detrás de Morales otorgaron un ultimátum de 24 horas a Arce para que removiera a sus ministros, a quienes denunciaron como «racistas y fascistas». Estos cambios debían hacerse como respuesta a las críticas a la marcha. Morales, insistiendo en que el presidente debía cumplir con su responsabilidad, sugirió que si Arce no pudiera gobernar de manera efectiva, debía considerar su renuncia, lo que refleja un clima de creciente tensión entre el exmandatario y su sucesor.
En un gesto de autocrítica, Morales admitió haberse equivocado al apoyar la candidatura de Arce en las elecciones de 2020. «Nuestra obligación es recuperar la democracia», sentenció, aludiendo a la presunta corrupción que rodea al actual gobierno. Los manifestantes aplaudieron cuando recordó sus logros durante sus 14 años en el poder, y exigió que Arce levantara el secreto de sus cuentas bancarias para generar mayor transparencia.
Horas antes, en un mensaje transmitido a nivel nacional, Arce continuó tensionando la situación al desafiar a Morales y acusarlo de actuar desde una «obsesión político-electoral». El presidente boliviano culpó a su antecesor de no querer dialogar, lo que, según él, muestra que el único interés de Morales es aferrarse al poder, en vez de abordar las necesidades de la población.
El principal núcleo de la protesta gira en torno a un referéndum que el gobierno busca convocar, cuyo propósito es validar un fallo del Tribunal Constitucional que prohíbe la reelección discontinua. Esta prohibición afecta directamente a Morales, mientras que Arce tiene la posibilidad de postularse en las elecciones de 2025. Los defensores de Morales argumentan que dicho fallo carece de valor jurídico, ya que contradice la Constitución boliviana.
El clima dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS) se tornó más inestable cuando se especuló sobre la posible pérdida por parte de Morales del partido que él mismo fundó. «No van a matar al MAS y menos a mi candidatura», declaró Morales durante su trayecto hacia La Paz, reafirmando su relevancia en la política boliviana pese a los intentos de quitarlo del medio.
A medida que avanzaban los días de la marcha, las demandas entre los manifestantes se radicalizaron, incluyendo la exigencia de renuncia no solo de Arce, sino también del vicepresidente David Choquehuanca. Se propone que el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, un cercano aliado de Morales, asuma el poder. Las declaraciones de los protestantes fueron respaldadas por el exmandatario, que no contradijo ni desmintió estos pedidos.
El pasado fin de semana, la tensión aumentó por la oposición de sectores oficiales. A pesar de los intentos de deslegitimar la marcha, los cocaleros y otros sectores de la población mostraron su apoyo decidido a Morales, evidenciando la polarización que persiste en el país. La situación se tornó violenta en varios momentos, pero los manifestantes lograron establecer su presencia en el centro de La Paz, concluyendo su recorrido en un gran mitin que no culminó en enfrentamientos directos con los partidarios de Arce.
La llegada de Morales a La Paz marca no solo un hito en su lucha política, sino también un reflejo claro de la fragmentación que sufre el movimiento político boliviano. Desde el mitin final, ha quedado claro que su figura continúa siendo un referente para muchos, y parece que su estrategia será mantener la presión sobre el gobierno actual en un contexto de creciente descontento social. Sin embargo, el futuro político de Bolivia sigue siendo incierto mientras ambos líderes continúan enfrentándose por el dominio de la agenda política del país.