Jóvenes de Itá solicitan prioridad en salud mental, seguridad y más empleo.
Cerca de 3.000 jóvenes de diversas ciudades del departamento Central se congregaron en la ciudad de Itá durante una peregrinación diocesana, clamando por la atención a la salud mental y más oportunidades laborales.
La marcha, que reunió a jóvenes de localidades como Ñemby, San Lorenzo, Fernando de la Mora, Capiatá, Itauguá, San Antonio, Villeta, Nueva Italia, Guarambaré y de la propia ciudad anfitriona, Itá, se convirtió en un símbolo del compromiso y la solidaridad generacional. Los participantes levantaron sus voces y oraron por los necesitados, incluyendo a aquellos que enfrentan desafíos en su salud mental, así como por las personas desprotegidas que habitan en la sociedad.
Durante el evento, los jóvenes manifestaron su inquietud por el estado de la salud mental en el país, un tema que ha cobrado relevancia en los últimos años. La demanda de un enfoque más decidido por parte de las autoridades en este ámbito resuena especialmente entre las nuevas generaciones, quienes sienten que las redes de apoyo son insuficientes para enfrentar el creciente problema de salud pública.
Este encuentro no solo fue una oportunidad para elevar oraciones por los enfermos y aquellos que ya han partido, sino que también se convirtió en un espacio propicio para el diálogo. Los jóvenes expresaron la urgencia de contar con más y mejores oportunidades laborales, un aspecto crucial en un entorno marcado por el desempleo y la falta de perspectivas laborales para los recién graduados y jóvenes en búsqueda de empleo.
El evento, coordinado por la Diócesis de Itá, contó con un fuerte componente espiritual, pero también con un claro enfoque social. Las oraciones y reflexiones fueron acompañadas de llamados a la acción, resaltando que la fe y la esperanza deben ir de la mano con un compromiso activo hacia el bienestar de la comunidad. Los jóvenes exigieron que sus voces sean escuchadas y que se tomen medidas concretas para enfrentar los desafíos que enfrentan.
Entre los aspectos más destacados de la marcha, los participantes también hicieron eco de la necesidad de aumentar la seguridad en sus comunidades, un tema que ha preocupado a muchos en un contexto de creciente violencia y delincuencia en el país. La sensación de desprotección ha llevado a muchos jóvenes a sentirse inseguros en sus propios entornos, lo que se convierte en una barrera adicional para su desarrollo personal y profesional.
El evento culminó con un mensaje de esperanza, donde los líderes espirituales presentes instaron a los jóvenes a no perder la fe y a continuar trabajando por un futuro mejor. Resaltaron la importancia de la unidad y el apoyo mutuo, instando a los participantes a convertirse en agentes de cambio en sus comunidades. El compromiso de los jóvenes fue evidente, y su determinación dejó una impresión duradera en los asistentes.
En conclusión, la peregrinación diocesana en Itá no solo fue una manifestación de fe, sino también un claro llamado a la acción por parte de una generación que demanda atención y soluciones a problemáticas sociales críticas. La combinación de espiritualidad y reivindicación social marca un hito en el compromiso de los jóvenes con el futuro de su país. Este evento se establece como un referente que podría inspirar futuras movilizaciones en pro de una agenda social más inclusiva y justa.