Lagunas permanentes de Doñana desaparecen, advierten científicos sobre el clima.
Crisis ambiental en Doñana: la laguna de Santa Olalla se seca por tercer año consecutivo
La laguna de Santa Olalla, ubicada en el Parque Natural de Doñana, se ha secado por tercer año consecutivo, provocando alarma entre científicos y protectores del medio ambiente. Esta anómala situación, que comenzó en 2022, ha dejado a la más grande de las lagunas del espacio natural de Doñana con niveles de agua dramáticamente bajos, un fenómeno que jamás se había registrado antes según la Estación Biológica de Doñana (EBD), dependiente del CSIC.
Eloy Revilla, director de la EBD, ha señalado la "situación crítica" de la laguna, donde actualmente solo hay una lámina superficial de humedal residual y lodo, lo que dificulta incluso tomar muestras de agua representativas. En años pasados, Santa Olalla era una de las pocas lagunas que retenía agua en Doñana, pero este ciclo se rompió en el verano de 2022 y se ha repetido en 2023. Ahora, el ciclo hidrológico de 2023-2024 comienza con la laguna completamente seca, lo que tiene repercusiones serias en el ecosistema local.
La sequía ha tenido efectos devastadores en la biodiversidad de la zona. “El secado de la laguna por tres años seguidos significa la desaparición de las lagunas permanentes en Doñana, afectando su funcionamiento y valor ambiental”, advirtió Revilla. La extinción de especies asociadas a cuerpos de agua permanente, como la anguila, que se encuentra en peligro, es uno de los aspectos más preocupantes. En la actualidad, las lagunas de Doñana están siendo dominadas por especies invasoras, y los pocos puntos donde persiste agua no cumplen la misma función que las lagunas permanentes de antaño.
A pesar de que las lluvias de octubre elevaban inicialmente el nivel del acuífero, esta mejoría no duró mucho. Las altas temperaturas alcanzadas desde abril han reducido el volumen de agua acumulada y han autorizado la proliferación de algas tóxicas, afectando la salud de la fauna y flora local, incluidos peces y aves. El aumento de la salinidad del agua y los niveles de fitoplancton también son signos de deterioro del ecosistema.
No solo Santa Olalla se enfrenta a esta crisis. La laguna Dulce, vecina de Santa Olalla, también se secó por completo en septiembre. Esta situación no es aislada; el 60% de las lagunas que existían en Doñana en los años 80 han desaparecido, y el restante 40% se inunda cada vez menos, durante períodos cada vez más cortos. La Estación Biológica ha manifestado que estos cambios no son solo producto de la sequía, sino que están también influenciados por la actividad humana y la sobreexplotación de recursos naturales.
La alarmante tendencia ha sido señalada por los científicos desde hace décadas. “La ciencia lleva advirtiendo sobre esta situación desde los años 90; lo que estamos viendo es una desaparición anunciada”, lamentó Revilla. Para revertir la situación, los expertos sugieren la recuperación del acuífero que alimenta las lagunas, lo cual no solo requeriría una reducción en la extracción de agua, sino también lluvias suficientes para permitir la recuperación de las especies que han estado desapareciendo.
Juanjo Carmona, un representante de WWF, recalca que la problemática no puede ser atribuida exclusivamente al cambio climático. Según Carmona, el modelo de explotación agrícola ha exacerbado la situación. Aunque las administraciones son conscientes del futuro sombrío del Parque Natural de Doñana debido a la sobreexplotación, temen desafiar los intereses del sector agrícola, que se ha convertido en un pilar económico para la región. “No basta con cerrar pozos; es vital traer agua superficial de cuencas cercanas para conservar el humedal, que es de interés público”, subrayó Juan Romero, de Ecologistas en Acción.
Los efectos de este deterioro se sienten en toda la fauna y flora de la región. La EBD ha expresado su preocupación por el futuro de las dos especies de tortugas autóctonas que están al borde de la extinción, así como el descenso alarmante de las 11 especies de anfibios cuya presencia se monitorea desde hace casi dos décadas. Este declive en la biodiversidad es un claro indicador de que la naturaleza de Doñana se enfrenta a una crisis sin precedentes, lo que requiere acciones urgentes y coordinadas para preservar este invaluable ecosistema.