¿Logrará Milei llevarnos de vuelta al siglo XIX? Opinión

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Argentina frente a un giro regresivo en políticas de género: el contexto actual

Argentina vive un momento crítico en su avance en políticas de género, derivado directamente del ascenso al poder del gobierno de Javier Milei. Después de décadas de lucha que llevaron a la aprobación de leyes pioneras en la región, la actual administración busca desmantelar los logros alcanzados en el campo de los derechos de las mujeres y la diversidad.

Desde el retorno a la democracia en 1983, Argentina consagró diversas leyes que promovieron la igualdad de género y los derechos sexuales. Entre ellas, destacan la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable de 2002 y la legalización del aborto en 2020. Sin embargo, la llegada de Milei a la presidencia marcó el inicio de una preocupante transformación con la disolución del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, instaurado en 2019 para combatir la violencia y fomentar la igualdad. La medida ha sido interpretada por muchos como un intento de borrar de un plumazo los avances conseguidos por años de lucha feminista.

El desmantelamiento de políticas públicas enfocadas en género ha generado una alarmante escalada de violencia contra la mujer. Según cifras oficiales, en 2022 Argentina registró 250 femicidios, lo que plantea una grave crisis que el gobierno actual parece desconocer. La asistencia a las víctimas de violencia de género ha sido severamente restringida, dejando en un vacío a miles de mujeres que antes contaban con programas de apoyo económico y refugio en situaciones de peligro.

El ataque contra el bienestar de las mujeres no se limita a la supresión de programas existentes. La administración de Milei también ha puesto en jaque la educación sexual integral en las escuelas, y ha propugnado erradicar normas que garantizan derechos fundamentales. La eliminación de iniciativas como el Plan de Embarazo No Intencional para Adolescentes, que logró reducir significativamente la natalidad en jóvenes, ilustra la desconexión del gobierno con las realidades actuales que enfrentan las generaciones más jóvenes.

La retórica del actual ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, exacerba aún más la tensión en el debate sobre derechos de género. Sus declaraciones, que minimizan la violencia sistemática contra las mujeres y desestiman la diversidad sexual, han generado un repudio generalizado. Esta actitud demuestra el deseo de la administración de volver a una visión conservadora y restritiva de la familia, lo que provoca preocupación entre quienes luchan por la equidad y la inclusión.

Además, el oposición ha sido frágil. Aunque organizaciones de mujeres y la sociedad civil están en pie de lucha, su capacidad de movilización se ve amenazada por la falta de recursos y el creciente hostigamiento por parte de la administración. La perspectiva de una Corte Suprema completamente masculina, mediante la propuesta de nuevos nombramientos por parte del gobierno, intensifica la preocupación por el futuro de las decisiones judiciales en materia de derechos humanos.

La crisis de credibilidad institucional es palpable. Mientras el gobierno trata de imponer una narrativa de salvaguarda de los valores tradicionales, la reacción de sectores amplios de la población, especialmente entre las mujeres, es de descontento y rechazo. Menos del 50% de la población respalda las decisiones de Milei, lo que indica un creciente sentimiento de desconfianza hacia un gobierno cuya esencia parece estar en contradicción con los valores democráticos.

En este escenario, es crucial recordar que la lucha por los derechos de las mujeres y la diversidad no es una batalla de una sola generación. Historiadores como Ivan Jablonka han teorizado que el actual retroceso en políticas progresistas es, en realidad, un epifenómeno; es decir, una reacción a la lucha por la igualdad que perdurará en el tiempo. En este contexto, es imperativo que las voces feministas y de diversidad se mantengan firmes y articuladas.

Argentina se encuentra en una encrucijada: puede decidir si retrocede a un pasado oscuro o avanza hacia un futuro donde la igualdad y el respeto por los derechos humanos sean la norma. Mientras la sociedad moviliza su energía para enfrentar estos desafíos, la esperanza en un cambio positivo sigue latente en quienes han luchado incansablemente por la igualdad de género en el país. La historia reciente muestra que los derechos son conquistados por la acción colectiva, y esa acción no puede extinguirse incluso ante las adversidades actuales.


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