Ratas entrenadas desactivan minas y restauran tierras cultivables.
Desactivan minas en Angola para devolver la vida a las comunidades locales
En Angola, un grupo de valientes desminadores trabaja incansablemente para eliminar las minas antipersonal que han permanecido en el suelo desde la guerra civil que devastó el país durante casi tres décadas.
Estas minas son un legado trágico del conflicto que tuvo lugar entre 1975 y 2002, y continúan representando una amenaza latente para las comunidades que intentan recuperar sus tierras. En respuesta a esta situación, un equipo internacional, respaldado por fondos de países como Japón y Bélgica y organizado por la ONG belga APOPO, ha dedicado sus esfuerzos a detectar y desactivar estos explosivos, transformando los terrenos peligrosos en áreas agrícolas.
Los protagonistas de esta labor son las llamadas “ratas héroe”, un grupo de roedores africanos adiestrados para identificar artefactos explosivos. “Su ligereza evita que se activen las minas, lo que hace que su trabajo sea seguro y efectivo”, explica Lily Shallom, portavoz de APOPO. Actualmente, alrededor de 110 de estas ratas son desplegadas en terrenos minados, una solución innovadora que ha demostrado ser integral en la misión de restaurar la seguridad en la región.
El proceso de entrenamiento de estas ratas comienza a las diez semanas de edad, cuando se les enseña a identificar el olor del TNT a cambio de golosinas. Esta técnica, que fue propuesta por el belga Bart Weetjens en 2003, se ha implementado con éxito en diversos escenarios, incluyendo Angola, donde han liberado miles de hectáreas de terreno peligroso, permitiendo que las comunidades locales retomen la agricultura.
En una operación reciente en la localidad de Libolo, un equipo de desminadores ha realizado un progreso notable al localizar y desactivar varias minas. El líder de la operación, Arão Dos Santos, mencionó que ya han encontrado 22 minas y desactivado ocho en menos de un mes, marcando el camino hacia la rehabilitación del área. “El proceso requiere tiempo, es arduo. Pero es esencial para restaurar la confianza de la comunidad”, afirmó Dos Santos, al comprobar el estado del terreno.
Sin embargo, el costo humano de este conflicto todavía se hace sentir. Cada día, el trabajo de desminado se ve complementado por campañas de concienciación donde se instruye a los lugareños sobre cómo evitar las áreas peligrosas. “El miedo es parte de nuestra realidad. Hace poco, una campesina pisó una mina y perdió ambas piernas”, lamentó João Eduardo, paramédico y miembro del equipo de sensibilización. Este testimonio es un recordatorio de la grave amenaza que representan estas minas para las personas que intentan sobrevivir en una tierra marcada por el conflicto.
Los desminadores no solo se enfrentan a los peligros de las minas, sino también a condiciones ambientales difíciles. Las fuertes lluvias y la densa vegetación complican el proceso de desminado, así como la necesidad de coordinar con equipos internacionales para obtener recursos y asistencia. Según la Convención Internacional Antiminas, en 2020 todavía había 1,304 minas activas en Angola, lo que significa que queda un largo camino por recorrer antes de que estas tierras sean totalmente seguras.
La labor de APOPO ha permitido recuperar 306 minas terrestres y 7,880 armas pequeñas y municiones desde su llegada a Angola en 2013, cuidando de las vidas de miles de personas. Según Shallom, el objetivo no solo es eliminar estos peligros, sino también convertir antiguas zonas de conflicto en espacios productivos para la agricultura, vital para las comunidades locales.
Con la reciente limpieza de terrenos, agricultores como Antonio Baristo, de 36 años, han comenzado a cultivar productos en áreas antes consideradas peligrosas. Baristo, padre de seis hijos, expresó su alegría por poder trabajar la tierra liberada, aunque confesó sentirse inquieto al caminar por el terreno donde pueden existir minas. «Sembrare tomates, cebollas y pimientos. Angola tiene un potencial increíble en cultivos”, destacó un agrónomo cubano que supervisa estos huertos, enfatizando la riqueza agrícola del país.
El trabajo de desminado es un símbolo de esperanza que va más allá de eliminar explosivos; representa el regreso a la vida normal y la posibilidad de un futuro mejor para las comunidades de Angola. João Eduardo resumió la misión del equipo al afirmar: “Cada mina que desactivamos es un paso hacia la paz. No queremos más advertencias sobre minas en el camino. Queremos vivir y trabajar en seguridad”.