Reunión del Sindicato de Inquilinos: El miedo ahora es nuestro

Reunión del Sindicato de Inquilinos: El miedo ahora es nuestro
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En Madrid, un centenar de inquilinos se congregó en la Plaza de las Pañuelas este viernes para discutir futuros planes en torno al derecho a la vivienda, tras una exitosa manifestación la semana anterior.

La asamblea, organizada por el Sindicato de Inquilinos, atrajo la atención de numerosos nuevos participantes, muchos de ellos jóvenes entre 20 y 40 años, quienes se unieron a la causa tras un llamado de resistencia del movimiento. Esta reunión, que originalmente se pensó realizar en una pequeña sala, debió trasladarse al aire libre debido al alto número de asistentes. La respuesta se desbordó por los mensajes de apoyo que el sindicato recibió en los días previos al encuentro, lo que refleja un creciente interés por la defensa de los derechos habitacionales.

La manifestación realizada el domingo anterior se considera un punto de inflexión. Organizada por 39 asociaciones, logró convocar a entre 22,000 y 100,000 personas, según distintas fuentes. Durante la protesta, Valeria Racú, una de las voces más visibles del sindicato, insistió en que la lucha debe continuar: “Somos tantos que, si nos organizamos, tenemos mucho más poder que cualquier terrateniente o político”, aseguró ante un grupo de periodistas.

En la nueva asamblea, Carol Vilariño, una de las sindicalistas presentes, compartió la satisfacción que genera la creciente participación. “Esto son muy buenas noticias”, afirmó, mientras los asistentes tomaban asiento en una escalera del Parque Peñuelas. Durante la charla, los veteranos activistas utilizaron el micrófono para compartir sus experiencias, subrayando la desigualdad en la lucha contra los propietarios e incentivando a los nuevos miembros a mantenerse unidos frente al poder de los grandes propietarios de vivienda.

Uno de los temas más relevantes de la agenda fue la propuesta de llevar a cabo una huelga de alquileres. Vilariño explicó que la idea es fomentar un movimiento masivo de desobediencia civil, donde los inquilinos detendrían los pagos a sus arrendadores en un acto de protesta. A pesar de ser conscientes de que esta acción sería ilegal, argumentaron que podría ser absolutamente legítima en su lucha por precios justos en viviendas. “Históricamente, hemos tenido que cometer ilegalidades para cambiar y transformar las cosas”, afirmó Vilariño.

La conversación sobre la huelga generó también un debate interno sobre la cantidad de participantes necesarios para que la acción sea efectiva. Mientras unos hablaban de la necesidad de al menos 20,000 personas, otros consideraban que unos pocos miles podrían ser suficientes. Actualmente, el sindicato cuenta con más de 1,300 afiliados que colaboran con cuotas mensuales para sostener las actividades de la organización. En un intento por captar aún más apoyo tras la reciente manifestación, se iniciaron esfuerzos para crear una base de datos de nuevos simpatizantes, que ya cuenta con más de 300 inscripciones.

A pesar de la creciente fuerza, los miembros del sindicato también se enfrentan a sus propios temores. Vilariño facilitó un ejercicio donde los asistentes se organizaron en pequeños grupos para discutir sus inquietudes sobre la idea de dejar de pagar el alquiler. Se mencionaron preocupaciones sobre posibles represalias por parte de los arrendadores y el temor a las consecuencias legales, mostrando que aún existe un legado de incertidumbre entre quienes están dispuestos a luchar.

La influencia del sindicato comienza a notarse también en los medios de comunicación. Durante una reciente tertulia, una escritora tocó el tema de la huelga de alquileres, sorprendida por la audacia de la propuesta. La respuesta del sindicato fue rápida y mordaz: “Cuando te atrevas a tener un debate salvaje, envíanos un DM”. Este tipo de interacciones refuerzan la sensación de que el movimiento está ganando terreno y, como afirmó Corral La Torre, uno de los asistentes, “el miedo ahora ha cambiado de bando”.

Mientras visualizan lo que podría ser una futura huelga de alquiler, los miembros del sindicato se sienten más empoderados que nunca. Racú terminó la jornada observando el entusiasmo de la multitud y aseverando que “cada nuevo paso será más grande hasta que un día digamos: ‘Mañana no pagaremos más’”. Sin planes inmediatos para nuevas manifestaciones en Madrid, continúan atentos a los movimientos en otras ciudades, como Valencia y Málaga, que también están empezando a organizar protestas por el derecho a la vivienda.

El aumento de la asistencia, el fervor entre los participantes y las nuevas propuestas de acción indican que el movimiento por la defensa del alquiler en España está más vivo que nunca. “Si somos miles, no hay suficientes policías para sacarte de tu casa”, resonó un grito entre la multitud, seguido de un entusiasta aplauso.


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