“Ser párroco es compartir y acompañar a los fieles”, afirma cura de Piribebuy

“Ser párroco es compartir y acompañar a los fieles”, afirma cura de Piribebuy
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Cada 4 de agosto, la Iglesia celebra el Día del Párroco y la festividad de San Juan María Vianney, sacerdote francés que se convirtió en modelo de entrega pastoral y humildad. El párroco de Piribebuy, presbítero Alcides Mendoza, afirmó que, además de la evangelización, el sacerdote debe acompañar y compartir con el pueblo en sus necesidades.

“Ser párroco es una gracia de Dios”, afirmó con serenidad. “Es una gran responsabilidad, sí, pero, sobre todo, es un regalo que el Señor me permite vivir cada día, en cada persona que se me confía”, añadió.

El párroco está llamado a ser como Cristo en la comunidad, a guiar con amor, a escuchar con paciencia, a corregir con misericordia. Muchas veces uno no tiene todas las respuestas, pero la gente no siempre necesita soluciones. A veces solo quiere sentirse escuchada, abrazada, comprendida. Y ahí también está Dios”, reflexionó.

Una vocación que se vive en lo cotidiano

Quienes lo conocen saben que el padre Alcides no es de grandes discursos ni de apariciones llamativas. Pero su presencia se siente. Se hace notar en los pequeños gestos: cuando llega en su moto a visitar a una familia, cuando bendice una casa, cuando se detiene a saludar con una sonrisa en la calle. Es pastor, pero también hermano, vecino, amigo.

Hay días que son duros. Cuando ves sufrimiento, pobreza, jóvenes perdidos, familias rotas. Pero también hay días llenos de esperanza: un niño que se bautiza, una pareja que reconstruye su amor, una comunidad que se une para ayudar a alguien enfermo. Todo eso forma parte del mismo servicio”, cuenta.

Una comunidad que también lo abraza

Y aunque muchas veces su labor no se ve ni se reconoce públicamente, su huella queda grabada en los corazones. Porque, en un mundo que muchas veces se mueve por la inmediatez, la paciencia, la presencia constante y el amor silencioso son verdaderos actos de resistencia.

“No hay mayor alegría que servir”

Hoy, en su día, el padre Alcides no busca homenajes. Seguramente lo encontrará sirviendo como siempre: preparando una misa, escuchando a alguien, caminando hacia algún rincón del pueblo. Pero vale la pena detenerse a reconocer su entrega, y la de tantos párrocos que, como él, sostienen con fe y ternura a sus comunidades.


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