Subasta: Nenecho ofrecería tierras por US$ 22 millones, valoradas en más de US$ 70.

Subasta: Nenecho ofrecería tierras por US$ 22 millones, valoradas en más de US$ 70.
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En medio de un clima político tenso e incierto, el intendente de Asunción, Óscar “Nenecho” Rodríguez, ha saltado nuevamente a la palestra por su iniciativa de subastar terrenos en la Costanera Norte. La propuesta incluye dos fracciones de tierras que suman seis hectáreas, a precios que han suscitado cuestionamientos tanto en el ámbito financiero como en el social.

Las tierras en cuestión, ubicadas sobre la avenida General Santos, ofrecen un precio base total de G. 174.862 millones (aproximadamente US$ 22 millones). Esto se traduce en G. 28.212 millones por hectárea y alrededor de US$ 360 por metro cuadrado. Sin embargo, concejales de la oposición han argumentado que el potencial valor de estas parcelas podría ser significativamente mayor, estimando su precio en hasta US$ 1,200 por metro cuadrado si se desarrollarán proyectos urbanos adecuados.

La falta de un Plan Maestro aprobado y la ausencia de servicios básicos han sido señaladas como factores que limitan el valor real de estas tierras. Urbanistas y concejales advierten que la decisión de subastar en estas condiciones representa una oportunidad perdida para el desarrollo urbano sustentable y atractivo que la capital necesita urgentemente. En este marco, la falta de seguridad jurídica se suma al problema, lo cual puede desincentivar la inversión en la zona.

El concejal Pablo Callizo criticó la propuesta del intendente, sosteniendo que el comprador podría no estar interesado en realizar inversiones a corto o mediano plazo, sino en especular con el valor de la tierra. “Los nuevos propietarios podrían esperar a que los precios se inflen antes de hacer cualquier movimiento”, enfatizó Callizo, lo que podría tener un impacto negativo en la planificación urbana de Asunción.

Además, líderes vecinales, como Mariano Bareiro, han alzado la voz para cuestionar la falta de participación ciudadana en decisiones de tal relevancia. Bareiro explicó que avanzar en este tipo de proyectos sin la consulta y participación de los vecinos es contraproducente, ya que excluye a la comunidad de decisiones que afectan directamente su entorno y calidad de vida. “La ciudad no es habitable si se construye a espaldas de sus habitantes,” añadió.

Por otro lado, el arquitecto urbanista Gonzalo Garay insistió en que la ausencia de un fuerte compromiso político ha sido una constante en los gobiernos locales. Dicha falta de voluntad impide el desarrollo de proyectos que realmente beneficien a la ciudad y a sus habitantes. Garay sugirió que la creación de una Agencia de Desarrollo Urbano entre el Gobierno Nacional y la Municipalidad podría ser una solución viable, pero hasta ahora, parece poco probable que se lleve a cabo.

La situación financiera de la Intendencia también es motivo de preocupación. Nenecho Rodríguez enfrenta una investigación fiscal por supuestas irregularidades que involucran una enorme suma de más de G. 500.000 millones destinados a obras que nunca se realizaron. Esta situación parece comprometer aún más la capacidad del municipio para manejar recursos de manera efectiva. El concejal Álvaro Grau destacó que apenas se ha ejecutado el 8,6% de los más de G. 836.000 millones presupuestados para obras, mientras que la Intendencia ha pagado G. 103.834 millones en intereses, casi el doble de lo que se ha invertido efectivamente.

El debate sobre la subasta de los terrenos de la Costanera no solo pone de manifiesto la pregunta sobre la gestión del patrimonio urbano, sino que también refleja la creciente insatisfacción de los ciudadanos con un gobierno que, según muchos, parece priorizar intereses particulares en lugar del bienestar colectivo. La falta de un enfoque integral que contemple tanto el desarrollo económico como la inclusión social está creando un clima de desconfianza entre los asuncenos.

Con la mirada puesta en el futuro, el desafío más grande para la Municipalidad será no solo responder a la crítica pública, sino también abrir canales efectivos de diálogo que permitan a los ciudadanos participar en el destino de su ciudad. Las decisiones tomadas hoy resonarán en las generaciones venideras, y es imperativo que se tomen con la mayor transparencia y consideración hacia el bien común.


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